Buenos días Insiders,

Hoy te traigo una de esas historias que huelen a domingo: café, sofá y geopolítica de la buena.

Año 1975.
Franco acaba de morir.
España es un enigma para todo el planeta.
Y en Pekín, dos hombres que no podían ser más distintos se sientan frente a frente:

Mao Zedong
y
Gerald Ford, presidente de Estados Unidos.

La escena es surrealista si la miras desde 2025.

China y EE. UU. hablando como aliados.
La URSS como enemigo común.
Y España —sí, España— como ficha central del puzle europeo.

Pues bien, en mitad de aquella conversación larguísima, Mao suelta algo que hoy nos parecería ciencia ficción:

“España debería entrar en Europa.”

No en el Pacto de Varsovia, no en la órbita soviética.
En Europa. En la CEE.
En el bloque occidental.

El hombre que había liderado la mayor revolución comunista del siglo XX… pidiendo que España entrara en el club capitalista europeo.

Y no fue lo único sorprendente del diálogo.

Mao pregunta casi con preocupación qué va a pasar con nosotros ahora que Franco ha muerto.

Ford responde que apoyarán al Rey, que “el sur de Europa es demasiado importante para dejarlo inestable”.

Kissinger, siempre afilado, añade que los europeos “no ven los cambios en España suficientemente radicales” —como diciendo: “nos van a dar guerra con su perfeccionismo”.

Pero la conversación se va calentando.
Y de repente ya no hablan de España, sino de todo el tablero:

Portugal, recién salida de la revolución, convertida en un agujero negro que podía inclinarse hacia Moscú.

Grecia, con un Partido Comunista creciendo más rápido de lo que a Ford le gustaba.

Italia, inestable como siempre, con un PCI que rozaba el poder.

Y el gran misterio:
“¿Qué pasará en Yugoslavia cuando Tito desaparezca?”

Medio siglo después, ya sabemos la respuesta.
Pero lo sorprendente es ver a Mao y Ford analizándolo en directo, con una claridad que hoy no vemos ni en los think tanks modernos.

En paralelo comentan Egipto, el Acuerdo del Sinaí, el retroceso temporal de la URSS en Oriente Medio…
Era como escuchar a dos cirujanos discutir dónde están las arterias del mundo.

Pero lo mejor de todo es esto:

En 1975 el sistema monetario internacional acababa de explotar.
Bretton Woods estaba muerto.
El dólar había dejado de ser oro.
Y cada país empezaba a buscar cómo blindarse en un mundo sin anclaje.

Mao, obsesionado con no depender de la URSS.
Ford, obsesionado con que Europa no cayera pieza por pieza.
Y ambos entendiendo una verdad que hoy vuelve con fuerza:

Cuando los imperios se reordenan, lo primero que aseguran no son discursos: son recursos.
Territorio, energía…
y, aunque ninguno lo dijera en voz alta en aquella sala…
oro.

1975 fue el año en que las grandes potencias empezaron a acumular metal en silencio.
China apenas tenía reservas entonces.
Hoy —lo sabemos y no lo sabemos— podría tener más de 5.000 toneladas.

La historia no se repite, Insiders.
Pero rima.

Mao y Ford hablaban de bloques.
Hoy hablamos de bloques.
Ellos temían un mundo dividido.
Nosotros vivimos un mundo dividido.
Ellos buscaban anclajes.
Nosotros también.

Y en todas las transiciones de poder, de ayer y de hoy, siempre aparece la misma palabra escondida entre líneas:

seguridad real.

A veces en forma de petróleo.
A veces en forma de territorios.
Y muchas veces, aunque no se diga, en forma de oro.

Nos leemos mañana,
Jesús
Andorrano Insider

Keep Reading

No posts found